Pobreza y fragmentación social en Uruguay

Los efectos de la pandemia de Covid-19 vuelven a poner en el centro de atención el problema de la pobreza concebido como parte del proceso de fragmentación social, económica y cultural que enfrenta el Uruguay en el corto, mediano y largo plazo. La desigualdad, como en la mayoría de los países de la región y el mundo, aparece como resultado de complejos procesos en que, condiciones económicas, sociales, culturales y políticas externas se entrecruzan con condiciones internas específicas del país.

Tres dimensiones parecen explicar en gran medida la persistencia estructural de la pobreza y la fragmentación social en Uruguay: el mundo del trabajo; el hábitat; y la educación.

Respecto al mundo del trabajo se debe destacar que se alcanzó un significativo aumento de la formalización (sobre todo en los nuevos empleos y en sectores específicos, tales como el servicio doméstico y el trabajo rural entre otros) como resultado del contexto y los efectos de las políticas macroeconómicas, del relanzamiento de la negociación colectiva y los consejos de salarios, de controles e inspecciones en sectores definidos. No obstante, se mantiene aún un importante número de trabajadores/as precarios e informales. Las políticas de creación de empleo han sido escasas más allá de cierto tipo (subsidios a las empresas) y muy pocas han sido evaluadas y mejoradas. Han faltado más políticas sectoriales, de desarrollo productivo, generales y orientadas a las pymes y al sector cooperativo; las que hubo fueron demasiado breves o muy tímidas. Como síntesis general en esta materia se destaca la importancia de aumentar el conocimiento sobre la estructura productiva del país, sus cambios recientes, las prospectivas de mediano plazo, y precisar los márgenes de acción posibles. Se trata de definir una estrategia de desarrollo productivo con generación de empleo de calidad.

Respecto a la vivienda y el hábitat, permanecen, con pocas mejoras, las carencias urbanas de las periferias (mala calidad o inexistencia de servicios tales como alumbrado público, pavimento vehicular, aceras, desagües pluviales) así como subsiste la precariedad de las viviendas en esos contextos; y el déficit cuantitativo y cualitativo de viviendas que afecta respectivamente al menos al 5% y 15% de los hogares del país. Cuando algunos de los mecanismos formales que operan en el mercado para el acceso a la vivienda no funcionan y no alcanzan los dispuestos por el Estado (que se ampliaron y diversificaron entre 2005 y 2019), las familias optan por otras estrategias entre las que cabe destacar el allegamiento (instalarse en una misma vivienda con otro hogar, normalmente en la vivienda del hogar de origen) y la ocupación y construcción irregular. Dentro de esta última situación cabe distinguir aquellas que además de la irregularidad, se encuentran asentadas sobre suelos inundables, contaminados o con otras características que hacen inviable la permanencia en el lugar. También se verifican situaciones de hacinamiento cuando las familias, condicionadas por sus ingresos, solo pueden acceder a viviendas más pequeñas de las necesarias dada su composición. Ante estos procesos, es preciso continuar y profundizar los esfuerzos para revertir ciertas pautas instaladas en la construcción de ciudad que posibilitan, cuando no fomentan, la segregación socioespacial: vaciamiento de las áreas consolidadas de la ciudad; resolución de la necesidad de vivienda por mecanismos informales; construcción de conjuntos habitacionales de mala calidad y pésima localización sin acceso a servicios sociales; concentración de los hogares de más altos ingresos y patrimonio en ciertas zonas y enormes diferencias en la dotación y calidad de la infraestructura y equipamientos urbanos entre los diferentes zonas. Sin igualdad en la calidad de la ciudad es difícil avanzar en integración social. La mejora de la vivienda puede ser un esfuerzo compartido entre las familias involucradas, la comunidad local y el Estado, la infraestructura y el equipamiento urbano es responsabilidad del Estado con el aporte de toda la sociedad.

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